lunes, 26 de mayo de 2008

Análisis de textos literarios (1)




Como toda ciencia, arte o técnica, la literatura maneja una serie de términos privados a los cuales les da significado especial.
Para leer a cabalidad una obra literaria se requiere analizarla, lo cual significa penetrar en su universo y desmenuzarla cuidadosamente a fin de reconocer los diversos aspectos que la conforman. Este trabajo complejo permite evaluarla demostrando sus calidades.
Cuando examinamos una obra literaria ponemos especial atención en:

El argumento y el tema
La originalidad de presentación
La claridad de exposición
La habilidad del autor para sorprender nuestras expectativas
La importancia que la obra tiene dentro de la historia literaria de la humanidad

Al finalizar el desmembramiento de la obra, conoceremos cuáles fueron los recursos usados, qué intención abrigó el autor al redactarla, cuáles eran sus preferencias y habilidades para la elaboración estructural del universo interno del texto literario. En este momento el lector puede interpretar el anhelo del artista y proceder a juzgar si consiguió plasmar a través del arte verbal su objetivo.

Argumento


Desde la época clásica se considera que una narración literaria debe contar con ciertos componentes indispensables. Estos componentes son personajes, universo interno, estructura, forma, estilo. Para ubicar cada uno de estos componentes, el camino más fácil consiste en redactar de manera sintética el argumento, es decir, el contenido de la obra.
Cuando un lector cuenta lo ocurrido en una obra (es decir, lo que pasó en la obra), ya sea relato, teatro y aun, poesía, inconscientemente incorpora cada uno de los componentes antes mencionados. Por ejemplo, el argumento de Pedro Páramo, la novela del mexicano Juan Rulfo, podría escribirse así:

El joven Juan, hijo de Dolores Preciado y Pedro Páramo, regresó a Comala porque prometió a su madre agonizante que iría a cobrarle a su padre el abandono en que los tuvo por más de veinte años.
Pedro Páramo fue cacique de Comala; cuando Juan llegó, ya había muerto y con él, el pueblo. Sucedió que Pedro, desde niño, amaba a Susana San Juan y sólo pudo desposarla cuando ella había enloquecido por la pérdida de Florencio, su marido. El poderoso cacique se entregó al cuidado de la enferma. Cuando ella murió, los comaleños olvidaron el dolor de su amo y festejaron al santo patrón. Pedro juró vengarse y dejó que el pueblo se hundiera en las epidemias y el hambre. Por eso Juan sólo encontró un lugar en ruinas habitado por fantasmas quienes, desde sus tumbas, reviven sus amores, sus rencores y sus crímenes. Espantado por los murmullos del pueblo, Juan sucumbió al terror y se convirtió en otro fantasma.
De inmediato es posible reconocer algunos de los componentes enunciados:

El ambiente espectral de Comala
Los sentimientos de Pedro, Juan, Dolores, Susana, personajes de
este universo interno irreal


Otros componentes se descubrirán al leer la obra completa; sin embargo, el argumento ha mostrado lo esencial de este relato literario.

Personajes

En el desarrollo de una obra, los personajes se distinguen por la importancia de sus actuaciones. Los que mayor gravitación tengan serán protagonistas y antagonistas. Si su fuerza de acción disminuye pasarán a ser principales, secundarios, de marco, colectivos y de ausencia.
El autor, según sus necesidades, trazará la figura de cada personaje. Habrá ocasiones en las que consiga perfilar un personaje secundario con tanta habilidad que éste se vuelva imprescindible y quede en la memoria del lector con mayor fuerza que elprotagonista. Por ejemplo en la novela El astillero, del uruguayo Juan Carlos Onetti, el protagonista, Larsen, el "juntacadáveres", es un aventurero cínico y fanfarrón, con poses de galán cinematográfico que logra enamorar a Angélica Inés, hija de Jeremías Petrus, dueño del astillero. Cuando el viejo Petrus, personaje secundario, es denunciado por estafa y la fábrica va a la quiebra, Larsen descubre cómo su suegro aceptó la boda para responsabilizarlo del robo; así, queda recordado por su perfidia.
Los escritores otorgan al protagonista y al antagonista toda la fuerza; de ellos dependen tanto la historia como el carácter de los demás personajes. Inclusive, del talento del protagonista arranca el clima emocional de la historia.
En la novela Los memoriales de mamá Blanca, de la venezolana Teresa de la Parra, la autora evoca su infancia transcurrida en la hacienda familiar "El Tazón", lugar donde ella y sus cinco hermanitas disfrutan la libertad de jugar en los campos, bañarse en los ríos y cabalgar al cuidado de sus criadas y de la institutriz. Los peones, limpios de corazón, acompañan el paraíso infantil. La protagonista, espontánea, tierna y humorista determina el ambiente jovial; los demás personajes comparten el ánimo campestre.
En los relatos clásicos el "héroe" --casi siempre protagonista-- y el "antihéroe" --o antagonista-- tienen toda la importancia. El ecuatoriano Juan León Mera publicó Cumandá, un drama entre salvajes. La obra se inspiró en la tradición indigenista iniciada con Atala por el francés Chateaubriand. En Cumandá, esta india hermosa escapa de su tribu cuando sabe que la sacrificarán. El español Carlos Orozco la recoge y el padre Domingo bendice su unión; pero los indios de la tribu persiguen a la pareja para vengarse matando al español. Cumandá se entrega a la furia de su tribu. Cuando agoniza llegan Orozco y el padre Domingo. Una india vieja reconoce a éste último como padre de la bella recién muerta. En esta novela son evidentes los papeles protagónicos contrarios.
En el relato contemporáneo el héroe pierde esta calidad; a veces, ni siquiera existe un protagonista definido; en cambio se le reemplaza con un grupo de personajes igualmente importantes. El mexicano Carlos Fuentes trazó en su novela La región más transparente, un fresco de la sociedad mexicana de la década de los cincuenta, cuando todos, ricos y pobres, han traicionado los ideales de la revolución y se debaten entre la industrialización del neocapitalismo y la nostalgia de lo que fue la antigua civilización. Se aprecia en la obra la ausencia de un protagonista a la manera clásica. Los personajes que se nombran tienen el mismo nivel de importancia. Ninguno destaca sobre los demás.
Hay otros casos en los que el personaje colectivo desaparece y ocupa su sitio un ser impersonal quien absorbe el interés del relato. Este ser, que reacciona como humano, en realidad no lo es. Puede ser una selva, una mina, un jardín, un río o, como en la novela del argentino Manuel Mujica Lainez, Una casa:
La casa de "sesenta años de edad" está siendo demolida. Conforme va muriendo, a cada golpe de martillo, evoca mediante un monólogo, los momentos importantes de su historia. Fincada en la elegante calle Florida, la habitó una familia opulenta y poderosa quien la ordenó con refinamiento europeo. Sobrevivió el hijo enfermo y loco. Dos criadas ambiciosas ejecutan su muerte y se apoderan de la mansión. La desvalijan, chacharean sus joyas y esculturas y, finalmente, rematan el solar. Los fantasmas de los dueños pasean por el sitio despidiéndose de la que fuera su morada brillante y frívola.

Universo interno

El texto literario encierra un circuito de comunicación entre emisor (narrador) y receptor (lector) vinculado mediante el universo interno de la obra.
El universo interno lo crea el autor a su arbitrio, de acuerdo con sus conocimientos y experiencias. El autor es el auténtico soberano, únicamente se somete a las exigencias lógicas de la historia en sí; pero, dentro de dicho universo puede alargar o acortar los acontecimientos, comenzar por el final, introducir otros relatos, modificar el transcurrir del tiempo, brincar épocas, alterar retratos de personajes, apegarse o no a la realidad porque él rige ese universo.
Cuando un lector se interesa por una obra, si el universo interno de ésta se encuentra bien trazado, el lector penetra en ese mundo totalmente ficticio y el circuito de comunicación se cierra. A su vez, el lector debe estudiar lo indispensable para reconocer los distintos momentos históricos, comprender las variantes provocadas por las diversas situaciones geográficas, interpretar las modificaciones de conducta derivadas de los núcleos sociales.
El lector será capaz de acoger el mensaje estético enviado por un autor si en aquel se dan las condiciones culturales, sociales y psíquicas requeridas en cada caso. Este lector ideal --o "lector virtual", según la lingüística-- será capaz de valorar los recursos técnicos empleados, la estructura manejada y el sentido del mensaje contenido en la propia obra.

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